HISTORIA



 Esta Hermandad es una de las cofradías históricas de la localidad, de cuya existencia existe documentación de mediado del siglo XVII, concretamente en 1657. Inicialmente radicó en el Monasterio de Santa María de la Victoria, de los PP. Mínimos. Con la desamortización de los bienes clericales, paso al Convento de los PP. Agustinos, en la calle Misericordia, y finalmente, en 1868, a la Capilla de la Aurora, anexa a la Iglesia Mayor Prioral. En 1927, debido al mal estado de las cubiertas de la capilla, las imágenes fueron trasladadas a la Iglesia Mayor, hasta el año 1969, en que fue restaurada y restablecidos sus titulares. Tomo el título de Real, En 1902, al ser nombrado Hermano Mayor Honorífico, el Rey Alfonso XIII. Fue la única cofradía que llegó a desfilar con 4 pasos.
 El Cristo de la Humildad es una talla anónima de una calidad extraordinaria, montada en mesa de madera con canastilla dorada realizada por Guzmán Bejarano en 1979, con faldones morados bordados en hilos de oro. Actualmente esta en plena renovación completa del paso de Misterio. El paso de Misterio tiene dos centuriones romanos, obra de Castillo Lastrucci. También es de autor desconocido aunque se le atribuye a Luisa Roldán "La Roldana" por sus rasgos muy parecidos a la Soledad de Puerto Real; y de similar antigüedad la imagen de Nuestra Señora del Desconsuelo. Viste saya blanca, manto liso de color morado, al igual que los faldones y el palio. Los respiraderos de metal plateado, de Gabella, repujados en 1969, la Corona de metal dorado, con diadema de estrellas, de Villarreal.

TODO MUY SIGLO XVIII, TODO MUY SIGLO XIX.
Y es que entre el barroco y el neoclásico pulularon los estilos mayores de nuestra Semana Santa. Entrañables y recordados pasos reducidos, casi en miniatura, los de nuestras cofradías –“la caja de cerillos” le decían al paso de palio de Nuestra Señora de los Dolores y San Juan–; mantos elegantemente bordados de la Vírgenes del Desconsuelo o de la Soledad; palios ochocentistas sobre nada más que diez varales; centurias romanas de lata y damasco; bocinas del Santo Entierro; guiones de la Veracruz, de la Humildad, de la Misericordia; de la Soledad y los dos del Nazareno; varas de mando con fustes de caoba; sayones, romanos y hasta San Pedro, de cartón piedra (EN LA IMAGEN DE ABAJO); cruces con manguilla; presidencia del “duelo” con las fuerzas vivas y el Ayuntamiento bajo mazas, con los ropones negros, las mazas, enfundadas en crespón, a la funerala, y los clarineros con sordina; “comunidad de venerables granujas”, que así llamaba el Dr. don Antonio Cía Moreno, a quienes nos vestíamos con las dalmáticas –moradas las del Cristo y blancas las de la Virgen–en el Nazareno o donde se encartara; pasos arreglados con alhelíes o con humildes amapolas de los trigales, mantenidas con aspirina; gradillas de la cera…


san_pedro_puertosantamaria              (SAN PEDRO)



 ‘LOS ARMAOS’ DE EL PUERTO


Desde el siglo XIX las crónicas hablan de la centuria romana que acompañaba a la hermandad de la Humildad y Paciencia, que con irregular trayectoria procesionaba intermitentemente en la Semana Santa de El Puerto. Hasta 1947 procesionó con esta cofradía (entonces residente en la Prioral) los romanos que formaban una banda de cornetas y tambores dirigida por Torriguera. En la foto aparecen varios componentes, en el claustro de San Agustín, desaparecido monasterio y patio del clausurado colegio, y la imagen se encuentra en los archivos de la hermandad, que sufrió especialmente con el saqueo angloholandés de 1702. Paco González Luque está ultimando el libro que se editará con estos 400 años de la Humildad

FRAGMENTO DE LA VIRGEN DEL DESCONSUELO
Tengamos, por eso, fe en la esperanza. No olvidemos en nuestras oraciones y aspiraciones de Pasión y Pascua a quienes los tiempos parecen que nunca cambian para ellos. Para las familias que, con los corazones helados de abandono, afrontan un paro incierto como un túnel largo y desalmado. Para los jóvenes que suman los días uno sobre otro en un futuro opaco. Para los inmigrantes que a sus incógnitas de hallar entre nosotros una estabilidad que se les resiste, tienen que bregar además con miradas de desdén y reproches ignorantes.
Nunca sabremos cuándo las candongas del destino nos pueden llevar a ser inmigrantes o refugiados. Hace algo más de 300 años todos nuestros antepasados, todos los porteños, tuvieron que huir de esta ciudad para escapar de una muerte segura a manos de las tropas inglesas y holandesas que desembarcaron en el Guadalete, a la altura del monasterio de la Victoria, para el saqueo más feroz que hemos sufrido aquí. Y aquellos portuenses refugiados, casi desnudos como los hijos de la fatalidad, llevaron hasta Jerez la imagen de la Patrona para salvarla. Peor suerte corrieron las tallas de la Soledad o del Cristo de la Humildad y Paciencia, que fue destrozado y relevado posteriormente en 1720 por la sufriente imagen que veneramos en la capilla de la Aurora. Qué tropelías debió de sufrir la bellísima talla de Nuestra Señora del Desconsuelo y Buen Viaje. (Fotografía: Arturo Barbudo).
La observo ahora reventada en su dolor, zarandeada en su desconsuelo infinito, pesarosa ante la angustia, ante la incertidumbre y la duda pese a que en su corazón de corredentora reposa la certeza de una Resurrección segura.
Es la imagen de la Madre a punto de chillar, de salir corriendo por los laberintos de los callejones de Jerusalén en la letanía de su abatimiento. Lágrimas entre capas cárdenas y candeleros de llamas tibias y penitentes.
Confíame, Señora
Qué negros temores sobre Ti se ciernen
¿no te alientan tus presentimientos
Cuando por tu Santo Puerto
vas pisando rosas y claveles?
¿No contemplas las caras de los portuenses
que en la noche del Jueves
te rezan y miman?
¿Que tu rostro a todos conmueve
En ese llorar que nunca se termina?
Cuéntame Señora
¿Cómo podría calmarte
siquiera un instante
Con una plegaria en tu Aurora?
Tantos siglos en tu desconsuelo
Sin que nadie pueda enjugarte
Ese llanto de terciopelo
Del morado de tu estandarte
¿Tanto te hacemos sufrir
Galilea quebrantada?
Que por nuestros pecados
Asumiste dedicada
ser la Esclava del Señor
y Dolorosa Madre Inmaculada
No me llores, Madre Mía
Que está cerca esa Aurora
La mañana llega, Señora,
a iluminar el nuevo día.
El Desconsuelo
tendrá consuelo al final
en el reencuentro con tu Hijo
en su Naturaleza Inmortal
Antiguo exhorno del paso de Ntra. Sra. del Desconsuelo.
Reina del Desconsuelo, déjame acompañarte…
Déjame entre los racheos de tu gente
Y acariciar esos respiraderos
del cobijo de tus costaleros
que te levantan soberanamente…
Déjame enamorarme nazarena
Cuando los geranios de los balcones
Perfuman el palio de tus amores
Al pasar brillante por la calle Arena
No me llores, Desconsuelo
Que ante tanto llorar
El Puerto se arremolina
a acurrucarte entre tus bambalinas
y fortalecerte en tu pesar
No sufras más, Madre Mía
Que nunca te faltará la compañía
De tus buenos hijos de la Humildad



LA PROCESION DEL JUEVES


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«El Jueves Santo de 1901, a las 18:30 horas salió de la capilla de la Aurora, calle San Sebastián arriba el cortejo procesional que estaba formado por los cuatro pasos que habitualmente desfilaban –San Pedro Apóstol, Santísimo Cristo de la Humildad, San Juan Evangelista y Ntra. M. y Sra. del Desconsuelo–.» (En la fotografía superior están dispuestos los cuatro pasos en la Capilla de la Aurora). «En 1902 presentaba la novedad de alumbrar dos de sus pasos: el de San Juan Evangelista y el Ntra. Sra. del Desconsuelo, además de con cera, con luces de acetileno, los populares “reverberos” de nuestros abuelos, “produciendo un bonito efecto”». [...] «Alfonso XIII aceptó la invitación de la hermandad para ostentar el cargo de Hermano Mayor Honorario de la misma, adquiriendo así el derecho la cofradía portuense de lucir el título o denominación de “Real” antepuesto al enunciado de sus titulares». ‘Tradiciones Religiosas de El Puerto de Santa María. Medio Siglo de Cultos y Procesiones (1891-1939)’. Antonio Gutiérrez Ruiz. Año 2007.
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El capellán de la Hermandad de “Barrabás y Martillo”, como es popularmente conocida, D. Manuel Román Ruiloba, el 7 de abril de 1974, tras a celebración de una eucaristía ante el paso de Ntra. Sra. del Desconsuelo dirigiendo una charla a los asistentes: José Antonio Terrada Sara, Luis Galán González, Luis Rosso Morro, Jesús Castilla Romero, Francisco Andrade del Valle, Manuel Girón Ceballos y Antonio Romero Cordero. El motivo, agradecer a la hermandad el reconocimiento que hicieron en la persona de su Hermano Mayor, Manuel Girón, con la imposición de la insignia de la Hermandad. (Foto Rafa).
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De izquierda a derecha, Manuel Girón Ceballos, desconocido, Antonio Velázquez Garay, quien había pronunciado el Pregón del Costalero, Manuel Garzón Suárez, Hermano Mayor de la Humildad y el Primer Capataz del Paso del Cristo, José Antonio Terrada Sara, posando delante de sus titulares el Jueves Santo, 17 de abril de 2003, recogiendo las distinciones que les había otorgado la Cofradía. (Foto Bellido)
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